La rosada es un pescado blanco que, a pesar de que hasta hace no demasiado tiempo era bastante difícil de encontrar, hoy en día se encuentra disponible en la gran mayoría de mercados de nuestro país.
En general, esta especie se caracteriza por su carne tersa y sabrosa que, además, está prácticamente exenta de espina, lo que la hace que sea uno de los pescados congelados más apetecibles para los más pequeños. Vive a unos 300 metros de profundidad, es decir, muy cerca del suelo marino, y suele pescarse en las costas del norte de África y el sur de Europa.
Propiedades y beneficios de la rosada
Lo primero que hay que decir es que la rosada congelada mantiene intactas sus propiedades. Además, al echar un rápido vistazo sobre las principales cualidades de esta especie, es fácil darse cuenta de que se trata de un producto ideal para todos aquellos que están tratando de perder peso. Esto se debe, principalmente, a que solo contiene 73 calorías por cada 100 gramos de carne.
De igual modo, este pescado, el cual también es uno de los congelados para hostelería más demandados debido a su fantástico sabor y posibilidades culinarias, también cuenta con un gran volumen de proteínas. En concreto, estas alcanzan el 16,5% de su composición, lo que hace que resulte ideal para deportistas. También es tremendamente rica en magnesio (254 mg por cada 100 g de producto) y sodio (112 g por cada 100 g).
Por si fuese poco, este es uno de los pescados congelados con menor índice de colesterol. De hecho, este se sitúa en solo 65 mg por cada 100 g de carne, lo que supone que resulte ideal para todas aquellas personas con problemas cardiovasculares. Además, la inmensa mayoría de las grasas que contiene son saludables, lo que da pie a la reducción de los niveles de colesterol LDL del organismo.
Cómo cocinar la rosada congelada
Sin duda, uno de los principales atractivos de la rosada, el cual hace que sea uno de los congelados para hostelería más demandados del momento, es la gran cantidad de posibilidades que ofrece respecto a su elaboración. En este sentido, lo más habitual es encontrarla cocinada a la plancha con un poco de aceite, laurel y ajo, si bien es cierto que frita y al horno también resulta deliciosa. También suele formar parte de guisos tradicionales como, por ejemplo, el pescado en blanco.